Ruta por el Noroeste del Pacífico II

Parte II: Washington e interior de Oregón

Hoy te traigo la segunda parte de nuestra ruta por el Noroeste del Pacífico: Washington y el interior de Oregón.

Si te perdiste la primera parte te dejo aquí el link para que puedas ver lo que visitamos en el norte de California y en la costa de Oregón.

Por su puesto, la primera parada en Washington no podía ser otra que el cartel de bienvenida al “estado de hojas perennes”, como se le conoce por aquí.

Esa tarde nos fuimos directamente a buscar un camping para pasar allí un par de noches.

Contenido del post

Señal de Washington

Olympic National Park

Al día siguiente comenzamos nuestra ruta en el Parque Nacional Olympic, Patrimonio de la Humanidad por su belleza natural y su extraordinaria variedad de plantas y animales.

Es famoso por la diversidad de ecosistemas que se pueden encontrar allí: el bosque subalpino y pradera de flores silvestres, el bosque templado y la costa del Pacífico. 

Vamos, que necesitas una semana o más para poder ver el parque entero.

Nosotros fuimos primero al Visitor Center, ya sabes que es de lo primero que hay que hacer si vas a viajar por los Parques Nacionales de Estados Unidos. Allí preguntamos al ranger qué trails y paradas no podíamos perdernos.

El primero que hicimos fue un sendero muy cortito pero que te lleva a uno de los gigantes de la Costa Oeste, el Big Cedar Tree.

Se trata de un árbol de unos 1.000 años, el tercero más grande de su especie con unos 53 metros de alto y 6 metros de diámetro. Está casi dividido en dos debido a una fuerte tormenta que sufrió en 2014. Aun así, resulta impresionante.

Después de hacer fotos en diferentes miradores decidimos desviarnos un poco del parque y visitar un pueblo al que le tenía muchas ganas.

Forks

¿Sabes ya por qué tenía tantas ganas de visitarlo?

Quizá por el nombre no te suena, pero si te digo que se trata del escenario de la saga Crepúsculo seguro que sí. Nada más y nada menos que una de mis favoritas en mi adolescencia.

Si has leído los libros o has visto las pelis, te darás cuenta de por qué la autora eligió este lugar, y es que el cielo gris y los bosques sombríos crean el ambiente perfecto para los vampiros.

En la entrada al pueblo hay un centro de información en el que te informan de las actividades que puedes hacer en el pueblo, incluida la ruta por las diferentes localizaciones de la peli: la casa de Bella y su padre, el hospital donde trabajaba en Dr. Cullen, el instituto… incluso hay un museo con accesorios, fotografías y vestuario usados en el rodaje.

También podrás hacerte fotos con la réplica de la camioneta de Bella en este mismo punto de información. Nosotros no teníamos tiempo para hacer la ruta completa por lo que tuvimos que elegir qué paradas queríamos hacer.

La Push

La primera de ellas fue la playa de La Push. Para situaros es donde Jacob le cuenta a Bella la historia de su familia y su relación con los Cullen en la primera peli.

En esta playa pudimos disfrutar de un buen paseo y un picnic. Con es paisaje y ese ambiente ¡me sentía totalmente dentro de la peli!

Después volvimos al pueblo y paramos en el supermercado donde se supone que trabajaba Bella. Aquí puedes encontrar todo tipo de souvenirs de la zona y merchandising de la película. Pero sin duda lo que más me gustó (como de costumbre) fue hablar con la gente local.

La dependienta me contó cómo ha crecido el turismo en esta zona desde el lanzamiento de la primera peli. Decía que durante el rodaje todo estaba colapsado de fans y que todavía siguen viniendo visitas desde todas partes del mundo. “Desde que se publicaron los libros el turismo ha crecido un 600% y esto ha sido un gran impulso para la vida del pueblo”, me comentaba feliz.

Para que veas hasta qué punto esto es así, te diré que hasta tienen un canal de radio que se llama Twilight.

Recuerda, si eres fan de Crepúsculo tienes que incluir Forks y La Push en tu ruta por el Noroeste del Pacífico.

Tras esta ruta friki, nos fuimos al camping a descansar.

La Push

Volvemos a Olympic National Park

A la mañana siguiente volvimos al parque, pero a otra zona. Como es tan inmenso no puedes hacerlo todo en un día y tienes que elegir. Esta vez empezamos la ruta en la zona de Port Angeles.

En esta zona hay otro centro de visitantes muy grande y con una exposición muy completa.

Para empezar el día subimos por una carretera con vistas impresionantes hasta Hurricane-Ridge Viewpoint.

Además de tener las mejores vistas de las montañas olímpicas, pudimos ver muchos ciervos, disfrutar del silencio de la naturaleza y comer en su zona de picnic a la que bautizamos como “el merendero más bonito de América”.

Después, seguimos nuestra ruta en busca de cascadas.

Primero, fuimos a las Madison Falls. Se llega por un camino muy fácil de medio kilómetro aproximadamente y lo encontrarás muy transitado.

Las siguientes fueron Marymere Falls. Para llegar allí hay que hacer un sendero de 2,5 km ida y vuelta. Es fácil y muy bonito porque vas andando por medio del bosque templado y escuchando el río de fondo.

Podríamos haber seguido días y días explorando este parque, pero no queríamos dejar de visitar otros lugares de la zona. No me importaría repetir y hacer todos esos senderos que me quedaron pendientes.

Marymere Falls

Seattle

¡Y cambiamos a la ciudad! Tras un intensivo de naturaleza, llegamos a la ciudad más grande de Washington y una de las que más ganas tenía de conocer de América ¡y cuánto me gustó! Su ambiente, atracciones, mercado, paisaje… Seattle tiene un encanto especial y no debe faltar un tu ruta por el Noroeste del Pacífico.

La verdad que fue solo un día, pero muy bien aprovechado. Reservamos en la web seattlefreewalkingtours.org  el tour a pie gratuito por el centro y fue todo un acierto.

El guía era maravilloso y además de enseñarnos y explicarnos muy bien cada parada, también nos dio recomendaciones para ir a comer, puestos para comprar… Nos enseñó callejones y puestos que nunca hubiéramos descubierto solos por nuestra cuenta.

La ruta duró aproximadamente una hora, fue muy completo pero intenso, así que cuando acabó el tour nosotros lo repetimos, pero a nuestro ritmo.

Comenzamos en el Parque Victor Steinbrueck. Desde allí caminamos hacia el famoso mercado de Pike Place.

Hay cientos de puestos de flores, de frutas y verduras, de pescado, artesanía… y todos son productos locales. Es un placer para la vista pasear por aquí con tanto colorido y ambiente. Daban ganas de llevarte todo a casa.

También es muy típico ver a los pescaderos lanzando el salmón por el aire de una zona a otra del puesto y los turistas alrededor haciendo fotos. Es tan famoso este mercado que hasta puedes comprar el pescado por internet y te lo envían a casa a cualquier parte del país.

Otro detalle que hacía a esta zona tan especial era la música. En cada calle podías escuchar a artistas callejeros dando vida a la ciudad. Hubo uno especialmente que nos dejó asombrados. Un pianista que tocaba sus propias composiciones con una energía tan brutal que nos hubiéramos quedado todo el día escuchándolo.

Luego, llegamos a la que es sin duda la atracción turística más rara y sobre todo más llena de gérmenes que hemos visitado nunca. Se trata del Seattle Gum Wall, una calle llena de chicles por todas partes.

Todo empezó en los años 90 cuando un grupo de jóvenes que esperaban para entrar al teatro decidieron pegar sus chicles en un muro, convirtiéndose en una tradición para todos los que asistieron a partir de entonces.

Aunque empresas de limpieza los quitaron varias veces de los muros, tres días más tarde ya había gente anónima pegando sus chicles allí otra vez. Llegaron a retirar hasta 1.000 kg de chicle, pero de nada sirvió. Finalmente, se convirtió en una atracción más de la ciudad.

Yo por supuesto, como buena turista que era no podía ser menos y tuve que dejar mi huella en el muro, mejor dicho, mi saliva…

Gum Wall

Después, paseamos por el famoso callejón Post Alley y allí hicimos la parada para comer en una de las recomendaciones que nos dio el guía del tour.

Era un pub irlandés que se llama Kells Irish Restaurant and Bar, donde pudimos disfrutar de buena comida, bebida y ambiente en su terraza.

Otra parada que no te puedes perder, especialmente si eres amante del café es el primer Starbucks. Había una larga cola, pero iba rápido, no íbamos a dejar pasar la oportunidad de entrar en esta “turistada” y comprar una taza para nuestra colección.

La famosa cadena abrió su primera cafetería en Seattle en 1971. Algunas curiosidades que descubrí fueron:

  • El nombre Starbucks viene de la novela Moby Dick.
  • El logo está inspirado en una sirena de cola doble. La mitología griega dice que las sirenas atraían con sus voces a los marineros a naufragar a una isla del Pacífico llamada Starbuck. Los fundadores originales usaron este logotipo para atraer a los amantes del café de todas partes.
  • Hoy en día hay más de 20.500 ubicaciones de Starbucks en 40 países de todo el mundo.

Con Frapuccino en mano seguimos paseando por la ciudad hasta llegar al edificio más emblemático de Seattle, el Space Neddle.

Se trata de una torre de 184 metros de altura que fue construida para una Feria Mundial en 1962 y desde entonces es la atracción turística más popular al noroeste de Estados Unidos, recibiendo más de un millón de visitas al año.

Las vistas 360º desde arriba son impresionantes y te harán entender por qué se conoce a Seattle como la ciudad esmeralda.

Una de sus plantas tiene el suelo de cristal y además es giratoria, hasta a mí que estoy acostumbrada a las alturas me dio un poco de vértigo, pero sin duda es una experiencia que merece la pena.

La entrada nos costó unos 40$ por persona y se compra en unas máquinas que puedes encontrar alrededor del edificio. Es una atracción que nos pareció cara pero que nos apetecía mucho visitar así que no dudamos en subir. 

Luego, cogimos un bus que nos llevó de vuelta al mercado, donde teníamos nuestro coche aparcado. Tras andar más de una hora buscando el aparcamiento nos dimos cuenta de que nos habíamos perdido y nos habíamos pasado la calle hacía algunos kilómetros… para colmo llevaba unas sandalias planas y me dolían los pies a rabiar. Tanto que Alex tuvo que irse solo a por el coche y volver a recogerme al punto donde me quedé, pero ¿qué sería de un viaje sin una buena anécdota que contar?

Y después de este intenso y productivo día en Seattle nos fuimos al motel a dormir. Al día siguiente me esperaba el momento más mágico del viaje.

Mount Rainier National Park

¡Qué felicidad da cumplir un sueño viajero! Y es que hacía años que soñaba con ver el paisaje de este parque nacional.

El cielo azul con nubes de algodón, la montaña blanca de nieve, el profundo bosque verde y todo reflejado en el lago. Eso es lo que encuentras en los miradores de este maravilloso parque. Un paisaje que corta la respiración, una flora preciosa y con suerte algún animal. Nosotros vimos un castor solamente, pero hay privilegiados que se encuentran con la famosa cabra blanca o cabra de las Rocosas.

Principalmente lo recorrimos por carretera parando en los diferentes miradores. Mis puntos favoritos fueron Reflection Lake y Tipsoo Lake.

Sinceramente, me hubiera encantado quedarme allí una semana y dedicarle más tiempo a este parque y si tengo la oportunidad de volver lo haré encantada para poder adentrarme más en sus senderos y subir a la cima de Rainier. Pero vamos, sólo en un día se puso en mi top 3 de parques nacionales de USA. Creo que con decirte eso y enseñarte estas fotos ya te puedes hacer una idea.  

Portland

Al día siguiente nuestra ruta comenzábamos a bajar hacia el sur y volvíamos a mi querido Oregón.

Como ya he comentado en otra ocasión, me encantan los tours por las ciudades y también nos apuntamos en un free tour por Portland, la ciudad más poblada del estado y otra imprescindible en una ruta por el Noroeste del Pacífico.

Comenzamos en Pioneer Courthouse Square donde el guía nos contó un poco de la historia y curiosidades de la ciudad como que:

  • Su nombre se eligió lanzando una moneda al aire, casi se llama Boston.
  • Es una de las ciudades más verdes del país.
  • Dos ríos principales pasan por la ciudad: Columbia y Willamette.
  • Tiene el parque más pequeño del mundo.

Luego empezamos a andar hasta llegar a South Park Blocks. Allí pudimos ver algunas de las famosas fuentes de Benson o Benson Bubblers que son fuentes de bronce que se instalaron por la ciudad en 1912 gracias a la donación de un empresario llamado Simon Benson. Me parecieron muy pintorescas y le dan un toque personal a la ciudad. Aunque originalmente se pusieron 20 fuentes, hoy en día se pueden encontrar hasta 52 ya que con el tiempo fueron instalando réplicas por todas partes.

La siguiente parada fue Portlandia, uno de los emblemas de la ciudad. Se trata de la segunda estatua de cobre más grande de Estados Unidos después de la Estatua de la Libertad. Fue encargada por la ciudad de Portland en 1985 al escultor Raymond Kasley que se inspiró en el sello de la ciudad para diseñarla. Representa una figura femenina con ropa clásica, agachada y con un tridente en la mano izquierda. No te voy a engañar, es un poco difícil de ver ya que se encuentra en una calle arbolada, estrecha y sobre la entrada del Edificio Portland. Lo ideal es subir al edificio de enfrente y verla desde allí, aunque no estoy muy segura de si pudimos entrar porque íbamos con el tour o si está abierto para todo el mundo.

La última parada del tour fue Mile Ends Park. Se trata ni más ni menos que del parque más pequeño del mundo con 61 cm de diámetro. Si te digo la verdad, es una maceta, pero como por aquí les encanta tener un récord en todo, hasta consiguen que un arbolito en un macetero sea el parque más pequeño que existe. Incluso la gente lo reserva para celebrar su boda, y eso que está prácticamente en medio de la carretera.

Como siempre, al terminar el tour le pedimos consejos al guía para comer por la ciudad o para visitar otras cosas.

En este caso nos recomendó Pine Street Market, un mercado interior con diferentes puestos de comida. Estaba chulo, pero había mucha gente y decidimos irnos a un restaurante thai que vimos en frente. Ya con el estómago lleno nos fuimos en coche a la siguiente parada.

International Rose Test Garden

Portland también es conocida como la ciudad de las rosas por ser el hogar de esta preciosa rosaleda.

Visitar este jardín en Washington Park es una experiencia para la vista y el olfato ya que cuenta con más de 7000 rosales de unas 550 variedades de rosas. Me sentí Alicia en el País de las Maravillas por una rato. Hay de todos los colores y tamaños, no pude parar de fotografiarlas de lo bonitas que eran.

Además de las flores el parque también estaba muy ambientado con un concierto de una cantante nativa.

Las rosas florecen desde finales de mayo a octubre, por lo que si tu visita es durante el resto de los meses quizá no puedas verlas.

La entrada es gratuita. Por otra parte, sí que pagamos algo por aparcar en el estacionamiento del parque, que además suele estar muy lleno y tuvimos que dar algunas vueltas hasta encontrar sitio.

¿Y sabes dónde acabamos cenando? En el mismo pub irlandés que descubrimos en Seattle, Kells Brewery. Lo vimos de casualidad al pasar por una calle y decidimos repetir ya que el ambiente era incluso más ideal con karaoke en directo y todo.

Para despedirnos de Portland paramos en su famoso cartel del Old Town a hacer unas fotos y ya nos fuimos a dormir.

Crater Lake

Llegamos a otra gran sorpresa del viaje, el Parque Nacional del Lago del Cráter.

Se trata de un lago en el cráter de un volcán, famoso por el color y claridad de su agua y por ser el lago más profundo del país.

Nosotros como íbamos con Jambo sólo lo recorrimos en coche, parando por sus miradores, pero me hubiera encantado poder quedarme más y hacer algún sendero hasta la orilla o haber hecho la excursión hasta Wizard Island.

Aquí te dejo dos webs interesantes que te pueden ayudar a planear tu visita, la wel del Servicio  Nacional de Parques y travelcraterlake.com que es un poco más turística y puedes encontrar las actividades que hacer en la zona, reservar excursiones, alojamiento, etc. 

Un consejo para esta zona es ir bien preparado para los mosquitos. Nos quedamos en un camping cerca del parque y acabé con 37 picaduras por todo el cuerpo, y no sé qué tendrán los mosquitos de allí, pero han sido las peores picaduras que he tenido nunca ¡hasta los calcetines me traspasaron estos mosquitos!

Y hasta aquí mi ruta por el Noroeste del Pacífico.

Espero que te haya gustado y que la incluyas en tus destinos pendientes porque no te vas a arrepentir.

Sin duda verás paisajes de lo más bonitos e impresionantes de Estados Unidos.

Un superabrazo,

Paula

¿nos vemos en los comentarios?

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